¿Es el Coliseo realmente romano? Una verdad sorprendente que pocos conocen
Cuando se habla de Roma, el Coliseo es sin duda el símbolo más conocido del mundo. Millones de personas lo visitan cada año, fascinadas por su grandeza y su historia milenaria. Pero, ¿estamos seguros de saberlo todo sobre el monumento más emblemático de Italia? La mayoría de la gente cree que el Coliseo fue construido por «romanos» en un sentido genérico, pero la verdad es mucho más exacta y, quizá, aún más fascinante: el Coliseo es flaviano, no simplemente romano.
Después de la muerte del emperador Nerón, Roma vivió un periodo de gran inestabilidad. Fue Vespasiano, el primer emperador de la dinastía Flavia, que llegó al poder en el año 69 d.C., quien restableció el orden. Con un gesto altamente simbólico, decidió borrar las huellas del lujo desmedido de su predecesor y devolver al pueblo un espacio donde reunirse. Justo donde se alzaba el lago artificial de la Domus Aurea, la residencia imperial privada de Nerón, Vespasiano ordenó la construcción de un gran anfiteatro público: el Amphitheatrum Flavium, conocido hoy en todo el mundo como el Coliseo.
El nombre de «Coliseo», curiosamente, no se refería directamente al edificio, sino a una colosal estatua de Nerón que se alzaba en las inmediaciones. Sólo en siglos posteriores el término empezó a identificar a toda la estructura, convirtiéndose en sinónimo de la antigua Roma.
Construido entre los años 70 y 80 d.C., el anfiteatro no sólo fue una extraordinaria obra arquitectónica, sino también un acto político: un regalo al pueblo y una poderosa herramienta de propaganda. Aquí tenían lugar juegos de gladiadores, espectáculos y recreaciones históricas, concebidos para celebrar la grandeza del Imperio y el nuevo orden flaviano.
Hoy, el Coliseo es un icono universal, pero tras su piedra se esconde una narración de redención, propaganda y cambio. Es un lugar que cuenta cómo la historia puede ser escrita -y esculpida- por quienes han sabido convertir una crisis en una oportunidad.
Por eso, la próxima vez que visite Roma, puede sorprender a sus compañeros de viaje con un capricho cultural: el Coliseo es romano... pero también es el monumento-manifiesto de los Flavios.